VIII. Deutschland Uber Alles
VIII. Deutschland Uber Alles
Mientras
los británicos discutían, en un edificio que colindaba con la embajada un
hombre hacia lo posible por interpretar lo discutido. El hombre escuchaba a través de un primitivo micrófono
inalámbrico que se comunicaba con otro en el despacho del embajador británico. El aparato era tecnología de punta en su
tiempo y una verdadera maravilla fruto de la ingeniería alemana.
El
hombre se hacía llamar B. Traven y era súbdito del Kaiser. Nunca explicaba que nombre indicaba la
“B”. Algunos conjeturaban que era Bruno.
Otros afirmaban que en realidad era
judío y se llamaba Baruch y que se portaba con extremo celo nacionalista para
mimetizarse entre las fuerzas armadas de Alemania, país notoriamente antisemita.
Años
después este hombre B. Traven apareció en México y escribiría muchas novelas
“El Tesoro de la Sierra Madre”, “El Buque de la Muerte”, el cuento “Macario” y
otras obras. El misterio de su nombre
moriría con él. Y solo podemos asumir
que se trata del mismo B. Traven que ahora oía la conversación en el despacho
del embajador británico.
Este
Traven se hacía pasar por un actor que mal sobrevivía en Lisboa actuando en
obras fantásticas de su propia cosecha ante audiencias escazas. Tal era su disfraz y era muy efectivo. En los círculos bohemios y de izquierda en
Lisboa se le recibía bien pues aducía ser un refugiado político perseguido por
el gobierno del Kaiser. En realidad, el
tal Traven era comandante en la flota de alta mar del Kaiser.
Una
vez que concluyo el conclave, Traven junto sus notas y luego, ya en la
seguridad de su aposento, redacto un reporte detallado de la conversación en el
despacho del embajador británico. Aunque
ya era casi media noche, Traven no tuvo empacho en dirigirse a la embajada
alemana y despertar al embajador ante Portugal, el barón Klaus von Hintze, y entregarle
su reporte. Ambos revisaron el reporte
someramente y von Hintze, percatándose de su importancia, ordeno que el
documento se mandara de inmediato por vía telegráfica y bajo clave al
almirantazgo alemán, en Berlin. El parte
especificaba que el reporte era urgente, sujeto a la más alta confidencialidad,
que el destinatario era el almirante Alfred von Tirpitz, jefe máximo de la
flota imperial alemana, y que se esperaría la respuesta con instrucciones de cómo
actuar.
--Tirpitz
es un zorro, señor embajador –explico Traven--.
Confió en que dará órdenes para que el Königsberg intercepte al
“Victoria” antes de que el yate rodee Sudamérica o África.
--En
tal caso el corazón pertenecerá al Kaiser –concluyo von Hintze.
--Si,
a nuestro Kaiser Wilhelm, es decir, a Alemania –contesto Traven dando un
taconazo--. Y el Königsberg bien podría
abrirse camino a Kiel evadiendo los bloqueos británicos. Si lo intercepta la Royal Navy sería un
cassus belli.
--¿Guerra
entre Alemania e Inglaterra? ¡El Kaiser
mismo es nieto de la reina Victoria de Inglaterra! Esperemos que los acontecimientos no se
desarrollen así, Herr Traven –respondió von Hintze--. Toda Europa se bañaría de sangre. Francia de inmediato entraría en la guerra
pues tenemos inteligencia que está dispuesta a aliarse con Inglaterra en
nuestra contra, tal es el odio que los galos nos tienen. Y el zar, que aparentemente también codicia
la joya probablemente también nos declararía la guerra. Herr Traven, una guerra sería una tragedia de
proporciones bíblicas. Tengo que enterar
de todo esto a mis superiores en el ministerio de relaciones exteriores.
El
barón von Hintze no pudo evitar ver con desconcierto que Traven sonreía
quedamente.
--No
actuemos prematuramente, barón, se lo suplico –respondió Traven--. Son las dos de la madrugada en Berlin. Me
temo que los diplomáticos no tendrán la urgencia que tendrá el
almirantazgo. Esperemos a ver que ordena
Tirpitz por favor.
Los
dos alemanes se sentaron a fumar y beber un coñac sin decir palabra mientras
esperaban la respuesta de Tirpitz. Después
de un par de horas un ayudante entro y le entrego a von Hintze la respuesta
descifrada que había mandado Tirpitz.
--Tirpitz
actúa con cautela –dijo von Hintze después de leer el parte de respuesta y
entregándoselo a Traven--. Si, ha
ordenado al Königsberg que inicie la búsqueda del “Victoria” en el atlántico
sur, pero también ordena otras medidas que lo involucran a usted, Herr Traven.
--Ah
si –sonrió Traven leyendo el parte--.
Tengo ordenes de embarcarme lo antes posible rumbo a Alejandría y de ahí
debo dirigirme a la India, específicamente a Goa. Me embarcare ahí a bordo de un submarino de
nuestra flota imperial, el U54, fondeado ahí en esa colonia portuguesa. Si el Königsberg no intercepta al “Victoria”
debo asegurarme de que el submarino lo intercepte y recobre el corazón de Visnú. Si tal no es posible, el submarino debe
hundir al yate. Sin embargo, tengo que
arreglar cierto asunto antes de partir.
Von
Hintze sacudió la testa.
--Herr
Traven, si se hunde el “Victoria” llevando a bordo al corazón de Visnú, ¿no
caería entonces una maldición sobre Alemania?
--¿Barón,
usted cree en los cuentos chinos de Sir Richard Francis Burton? El tipo era adicto al opio y además murió
loco por la sífilis que contrajo en un lupanar de Alejandría. Yo no le creo para nada a Burton y
aparentemente Herr GrossAdmiral Alfred von Tirpitz tampoco. Además, es una orden. Y en la marina imperial de Alemania nunca se
cuestiona una orden, señor embajador.
Después
de que Traven se retiró von Hintze no pudo evitar sentir la urgente necesidad
de lavarse las manos, cual Pilatos. Si,
daría parte a sus superiores, en cuanto amaneciera y estos se levantarán y
llegaran pausadamente a sus oficinas y desayunaran con su café y su strudel y solo
entonces comenzaran a despachar. Pero el
embajador sentía que el control de los hechos ya no estaba en manos de los
diplomáticos sino en las de los hombres de guerra.
--Que
Dios se apiade de Alemania –murmuro von Hintze--. Vamos, que digo, también de Inglaterra y de
Francia y del resto de Europa. Si se
desata una guerra entre Alemania e Inglaterra esta arrastrara al resto de las
potencias europeas. Sería un desastre y
acabaría con nuestra civilización. Toda
Europa se bañaría de sangre y apestaría a muerte.
Esa
noche von Hintze no durmió.
En
el almirantazgo alemán Tirpitz tampoco dormía.
--Ah
si –le indico Tirpitz al jefe de su estado mayor, el comandante von Egidy--,
indíquele al Königsberg que retrase sus pasos en busca del “Victoria” pero que
no rebase la isla de Ascensión. Ahí
podrá rellenar sus carboneras y solo así reanudar su camino.
--Asi
se hara, excelencia –contesto Egidy.
--¿Qué
del escuadron de Gibraltar?
--Nuestros
agentes indican que este ha regresado después de ejercitarse en el mediterráneo. No tenemos indicación de que hayan levado
anclas.
--Eso
vaticino que cambiara, Egidy. La piedra
a bordo del “Victoria” la codicia la reina británica. Fisher actuara de acuerdo con el reto pues no
quiere perder su nominación al puesto de primer lord.
--¿Su
señoría se refiere a la abuela de nuestro Kaiser, la reina Victoria?
--Si,
comandante, y aparentemente su nieto también esta ávido de poseer la piedra
esa. Es por eso que no quiero que el
Königsberg navegue tanto al norte.
Aparte de que retrasa el relevo del Nassau puede surgir un incidente con
la flota británica.
--¿Su
excelencia enterara al Kaiser de los acontecimientos?
--¡Vive
Dios que no, Egidy! No dudo que los
señores diplomáticos lo harán. Pero yo
no lo hare, por el momento. Nuestro
amado y querido Kaiser es capaz de declararle la guerra a su abuela con tal de
poseer esa maldita joya. Además, me
importa más la situación en China. ¿Qué noticias hay?
Egidy
abrió su cuaderno.
--Excelencia,
ya hay anarquía generalizada en toda China y los incidentes en contra de los
extranjeros se multiplican. Han linchado
a varios misioneros y quemado negocios de extranjeros en las ciudades
principales. Se sospecha que la
emperatriz esta azuzando a los rebeldes, pero no tenemos datos verificados
sobre ello.
--Bien
por China. Si cuelgan a varios
misioneros extranjeros yo lo llamaría profilaxis social. Así se disminuirá la influencia de Gran
Bretaña.
--No
solo han sido misioneros y negocios británicos los que han sido linchados y atacados,
excelencia. También los rebeldes han
atacado a misioneros y negocios estadounidenses.
--¿Los
yanquis?
--Si,
excelencia. Los periódicos de Hearst ya
están agitando a la población para que hagan de China otra estrella de su
bandera.
--¿Están
idiotas los yanquis? ¡China es tan
grande como Estados Unidos! Cien o
doscientos millones de chinos seguramente no se someterán mansamente a los
yanquis.
--La
población estadounidense es muy ignorante, excelencia. No podrían encontrar a EEUU en un mapamundi y
menos aún a China. Pero los yanquis se
han vuelto muy belicosos a raíz de que derrotaron recientemente a España y se
hicieron de las Filipinas, Cuba y Puerto Rico, excelencia. Esos amigos nunca habían tenido un imperio y
son como unos nuevos ricos. Ahora buscan
camorra con quien se deje.
--Bien,
¿y que de su flota?
--Estimamos
que tardaran unos cinco años en estar a la altura de una escuadra europea. Cuentan, sin embargo, con cañoneras que
podrían zarpar de las Filipinas para bombardear puertos chinos y tal vez
desembarcarían destacamentos de marines.
--Si
tal es el caso, urge asegurar que “Alberic” sea un exito. ¿Cómo van las preparaciones?
--Todo
va viento en popa, excelencia. La
primera división de acorazados encabezados por el “Kurfust Friedrich William”
ha acabado el mantenimiento de sus máquinas.
Igual la flotilla de destructores que los acompañaran está ya lista. Tan solo estamos esperando a juntar los
vapores auxiliares que los acompañaran llevando carbón, munición y vituallas.
Tirpitz
prendió su pipa y se acicalo la barba.
--Egidy,
como sabéis la operación “Alberic” es la primera vez que Alemania organiza una
flota que navegara al otro lado del mundo para reforzar nuestra presencia en el
lejano oriente. Lo haremos a través de
aguas celosamente vigiladas por la marina británica. Es por ello que trataremos de ser lo más
autosuficientes posibles y rellenaremos carboneras en el mar, usando a los
buques auxiliares. Solo tocaremos puerto en Capetown y Singapur pues se supone
que actuaremos en coordinación con la flota británica. O por lo menos ese es el último acuerdo que nuestra
diplomacia negocio. Una vez en oriente actuaremos
en conjunto con las otras potencias para darle una lección a los chinos. Bajo ninguna circunstancia, por lo tanto,
quiero que una estupidez como la joya esa cause un incidente entre nuestra flota
y la Royal Navy. Nos superan en número y
experiencia y seguramente la flota se perdería.
Nuestro Kaiser es tan voluble que no se a ciencia cierta si actuaremos
una vez en oriente en contra o a favor de China, ya veis que los acuerdos pueden
cambiar. No ordenéis ningún
apresuramiento de los preparativos para “Alberic”, Egidy. Tengamos paciencia mejor. Los acontecimientos cambiaran rápidamente de
ahora en adelante y prefiero ser prudente. Y mientras, si el Königsberg se hace
de esa maldita joya, pues bien. Si el “Victoria”
llega al Indico tenemos ya al U-54 surto en Goa y este lo podrá interceptar.
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