V. Una Visita Protocolaria
Dos principes van de caceria |
V. Una Visita Protocolaria
Liu
Zhang había pasado los últimos 20 años en la corte imperial china. Periódicamente, su madre le había dado
misiones confidenciales, por lo general cosas de poco riesgo. Contactar a Yáñez era tal vez la misión más
trascendental que se le había confiado.
Debido
a su educación en Inglaterra Liu Zhang estaba entonces muy lejos del muchacho locuaz
que galopaba en las soledades de Takla Maklan, cazando y practicando el tiro al
blanco desde un corcel galopante seguido por un escuadrón de mongoles semi
salvajes. De ese muchacho muy poco
quedaba ya. Así fue hasta que conoció a
su padre el cual no parecía tener control sobre sus pasiones además de que
tenia un aparente don de idear planes disparatados que solamente eran posibles de
realizar si se privilegiaba la audacia y la suerte sonreía. De ahí que el contacto con Yáñez reavivo los
suelos imperiales que alguna vez Liu Zhang tuvo.
--Después
de todo –meditaba Liu Zhang--, conozco muy bien la mentalidad de nuestros
enemigos y tengo extensa experiencia en los menesteres del gobierno imperial.
Creo ser el mejor indicado para encabezar el gobierno imperial en las
tribulaciones que vienen.
Y
entre mas lo pensaba Liu Zhang mas atractiva se le hacia la idea de ser
emperador aun en “tiempos interesantes”.
--La
guerra con las potencias estallara de un momento a otro –meditaba Liu Zhang--. Tal vez tenga razón mi padre y entonces se
darán las condiciones para que mi madre me haga emperador. Así pues, no pierdo nada con apoyar las ideas
quiméricas de mi padre. De seguir yo tan
solo como un mandarín de segundo nivel y no seguir mis sueños me pudriré
lentamente. Prefiero una muerte rápida
después de una vida llena de aventuras.
Y estoy seguro que mi padre brindaría por eso.
Liu
Zhang no se preocupaba por su familia.
Tenia una esposa y una concubina.
Ambas le habían dado ya un hijo.
Por sugerencia de Yáñez, que deseaba conocer a sus nietos chinos, Liu
Zhang iba a mandar a su familia a Macao donde estarían a salvo.
En
la estación de Nazare Liu Zhang le presento a Yáñez a los hombres de su
escolta. Estos estaban vestidos a la
usanza mongola.
--¡Bendito
sea Dios! –juro Yáñez al pasarles revista--.
Tienen unas caras de hideputas que no pueden con ellas.
--Los
conozco desde mi juventud, padre. Me son
completamente leales. Conocen mi secreto
y nunca lo han delatado. Siempre me acompañan
cuando se me encarga una misión. Normalmente
son parte de la guarnición del palacio pues no es lógico que un simple mandarín
del segundo nivel tenga una escolta así de formidable. Kang, aquí, es el hetman o jefe de ellos. El nombre de esta unidad es típico de como
nombramos a nuestras milicias: el exaltado escuadrón de defensores de la sangre
imperial.
Kang
se acercó. Ante Yáñez estaba un mongol
de baja estatura y aparentemente muy correoso y de edad indefinida. Portaba una cimitarra turca y cargaba un arco
en su espalda.
--Con
llamarnos “los defensores de la sangre” basta, su señoría –respondió Kang
inclinándose respetuosamente ante Yáñez.
--Obedeceréis
a mi padre, el capitán Yáñez, como a mí –anuncio Liu Zhang al escuadrón mongol.
--Sirdar
–le murmuro Yáñez al Brahmaputra en bengalí, lengua que confiaba que los chinos
no conocerían--, ¿Qué pensáis de estos hombres?
--Excelencia,
pienso que Shiva nos ha sonreído. La
escolta del príncipe Zhang es la clase de hombres que prefiero que estén de
nuestro lado –contesto Sirdar.
La
locomotora silbo. El tren iba a partir.
--¡Ea! ¡Subamos a bordo! –indico Yáñez--. ¡A Lisboa y vigilad que no nos ataquen los
amidkanebala o que nos embosquen los Thugs!
¡A todos esos no les temo tanto como a la ira de Lakshme!
En
justicia, Lakshme llego tan solo unos minutos después de que partió el
tren. A pesar de la modorra inducida por
las flores que Sirdar había introducido en su habitación, tal era su fuerza de
voluntad que logro despertarse y ordenar que ensillaran su caballo. De inmediato ella partió rumbo a la estación
del tren. Ella sospechaba ya que su padre intentaría regresar a China con su
hermano, sabrá Dios para qué, pero seguramente para nada bueno.
--Que
Kali os proteja, padre –fue lo que dijo la joven al ver al tren alejándose en
lontananza. La locomotora lanzaba
gruesas fumarolas de humo negro, señal de que el convoy iba subiendo una
pequeña sierra y había perdido velocidad.
Yáñez
advirtió a los mongoles que estuvieran muy atentos todo el camino y dispuestos a
repeler tanto a Thugs como a Amidkanebalas.
Kang le aseguro a Yáñez que sus hombres conocían y habían cazado los
tigres de Siberia y se encargarían de cualquier bicho o estrangulador que
abordara el tren.
Luego
Yáñez, su inseparable Sirdar, y Liu Zhang se acomodaron en el carro bar a beber
scotch. Liu Zhang, que conocía la lengua
portuguesa, empezó a leer los periódicos que le proporciono el barman. Yáñez mientras tanto escudriñaba la campiña
con sus manos en su carabina esperando que detonara de un momento a otro la
emboscada que le preparaban los Thugs.
--Esto
os interesara, padre –dijo Liu Zhang.
--Casi
no leo ya los periódicos –dijo Yáñez con desdén.
--Insisto
padre. Oíd. Parece que mañana el rey de Portugal, Don
Carlos, recibirá en su palacio de Lisboa una visita de estado de Lord Charles
Brooke, raja de Sarawak, el cual luego se dirigirá luego a Inglaterra. La agenda incluye discusiones sobre el futuro
de la Timor Portuguesa.
--Ese
rey es un pusilánime y probablemente entregara Timor a los británicos –dijo con
enojo Yáñez--. ¿Dijisteis Charles
Brooke, raja de Sarawak?
--Si,
su alteza real Charles Brooke de
Sarawak,
padre.
--¿No
es James Brooke?
--Temo
que ese ya murió hace varios años, excelencia –apunto Sirdar.
--En
tal caso ha de ser su hijo –sugirió Liu Zhang.
--No,
el viejo James Brooke era notorio y entusiasta practicante del vicio griego. Que
yo sepa James Brooke nunca se casó y dudo que haya dejado descendencia directa de
su estirpe maldita. Le reconozco que en
eso James Brooke era un verdadero gentleman.
Este Charles Brooke ha de ser un sobrino o hermano o que se yo. ¿Indica el articulo como viajo el tal Charles
Brooke a Lisboa?
Liu
Zhang reviso otra vez la nota.
--Según
la nota, Lord Charles Brooke llegara hoy a Lisboa y viaja a bordo de su yate particular,
de nombre “Victoria”.
Yáñez
escupió al oír el nombre.
--Entonces
seguramente esa nave atracara en el muelle real en Lisboa.
--La
nota menciona que el “Victoria” tiene una tripulación de veinte hombres y acompañan
a Lord Charles una escolta de diez cipayos miembros de la fuerza llamada
rangers de Sarawak. El yate es un vapor,
armado en los astilleros de Glasgow, y trae armamento a bordo y puede llegar a
los 20 nudos.
--Conozco
bien a esos imbéciles de los rangers de Sarawak –dijo Yáñez con desdén--. ¿Hijo
mío, sabrían vuestros mongoles tripular un barco?
--Cuando
viajaron conmigo desde China fue la primera vez que mis mongoles pisaban un
buque, padre. Y yo mismo poco sabría qué
hacer. Me temo que me la pase en mi
camarote vomitando todo el trayecto.
Padre, ¿acaso sugerís que tomemos el “Victoria”?
--¿Por
qué diablos no? Los Brooke me deben
varias. Y ese yate parece ser
exactamente lo que requiero. Vuecencia y
vuestros hombres aprenderán las maniobras sobre la marcha entonces –concluyo Yáñez--.
Yo me encargare de la navegación y del timón.
Hijo mío, bajo mi tutela pronto aprenderás a navegar y a comandar un
buque en alta mar.
--Yo
sabría operar el cuarto de máquinas –indico Sirdar--. Antes de hacerme Brahmaputra yo era tercer asistente
de maquinista en una locomotora que hacia la ruta de Bangalore a Delhi.
--¿Tan
solo tercer asistente? –-pregunto con escepticismo Yáñez.
--Sahib,
el viejo maquinista Suresh nos decía que no tenia mucha ciencia la magia del
hombre blanco. Según Suresh, tan solo necesitábamos
asegurarnos de que el fogón tuviera carbón y que las bombas de agua estuvieran trabajando
en orden. Ah, y también nos advertía de
que si la presión del vapor llegaba al rojo en los indicadores que en tal caso encomendáramos
nuestras almas a Visnú.
--Sois
entonces todo un Fulton, Sirdar –admitió Yáñez--. Os encargare el cuarto de máquinas del
“Victoria”. Haced, os pido, lo posible
para que no tengamos una cita temprana con Visnú.
--Padre
–dijo Liu Zhang sacudiendo la cabeza--, todo eso suena como un buen plan. Y mis hombres nos apoyarían. Pero ¿cómo
tomaremos el “Victoria”?
--Creo
que esa parte del plan me corresponde –afirmo Lakshme plantándose frente a los
hombres.
--¡Lakshme! ¿Cómo? –exclamo Yáñez.
--Hermanita,
gusto en veros –sonrió Liu Zhang.
--¡Por
Visnú! ¡La doctora! –exclamo Sirdar
palideciendo.
--Padre,
me debéis un corcel pura sangre. Revente
mi caballo favorito alcanzando al tren y luego me subí a bordo como si fuera un
Thug, cosa que según vos casi soy, ¿o no?
--Hermanita,
creo que mandare diezmar a mis mongoles por no haberos detectado. Habéis de ser una amazona formidable y tenéis
en efecto la audacia y la agilidad de un Thug.
--No
castiguéis a vuestros hombres, hermanito, y si, monto bien y Kali me protegió
mientras le hacía al orangután subiéndome al tren. Ahora bien, por lo que oí que vosotros
discutían (en voz muy alta, me temo, el ser discreto no es de ustedes) meditáis
como tomar el “Victoria”, o sea el yate de Lord Charles Brooke, ¿correcto?
--Así
es –contesto Yáñez lacónicamente sabiéndose derrotado.
--Como
habéis sugerido, padre, el “Victoria” probablemente atracara en el muelle real de
Lisboa -–medito Lakshme--. Lo mas probable es que al tocar tierra y por
tratarse de un soberano el que viaja a bordo la capitanía del puerto dispensara
todo el protocolo existente para naves provenientes del sureste de Asia.
--Eso
es una posibilidad –admitió Yáñez—. ¿Qué
de particular tiene que la nave venga del sureste de Asia?
--Padre,
ahorita hay una epidemia de vomito negro en Singapur, puerto en que seguramente
toco el “Victoria”.
--Malaria,
vomito negro, peste bubónica, cólera, caspa de la mala, que se yo, siempre se
están muriendo millones de infelices por esos rumbos –afirmo Yáñez--. Algún día
os relatare como un médico holandés nos proporcionó bacilos del cólera para
diezmar al ejército de vuestro tío Shindia.
Fue muy divertida esa matanza.
--Todo
lo que decís es tristemente cierto, padre.
Lo correcto habría sido que la tripulación del “Victoria” fuera puesta
en cuarentena al atracar. No se debe
permitir que la enfermedad entre a Portugal, ¿verdad? Tengo mis contactos y creo poder obtener las
credenciales necesarias para acreditarme como integrante de la junta de sanidad
del puerto de Lisboa. Solo necesitare un
par de horas.
--Liu
Zhang, vos tenéis experiencias en las cortes –dijo Yáñez--. ¿Cuánto tiempo creéis
que durara la visita de Lord Charles?
--Bien
–respondió Liu Zhang después de meditar brevemente--, está la ceremonia de
recepción que ha de tener su propio protocolo…y no es de los reyes
madrugar…Lord Charles probablemente llegara al palacio de don Carlos una hora u
hora y media antes del mediodía…seguirá la presentación del gabinete real y de
los infantes e infantas de Portugal…luego habrá un intercambio de regalos…todo
eso tomara la mayor parte del día…a las cinco ambos soberanos tomaran el té…habrá
una cena de gala en el palacio real esa noche…el rey proveerá aposentos en el
palacio real para Lord Charles y su comitiva…y solo al día siguiente tomaran
lugar las pláticas entre los dos soberanos…así creo que serán las cosas y eso
solo si hay premura…en China tal visita tomaría semanas puesto que nuestros
protocolos son más complicados que los de occidente.
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